HARRY POTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN: Esta claro que la saga venía mejorando desde su segunda entrega, pero sin llegar a nada espectacular, llegamos a hasta tercera entrega que, sorprendentemente, nos conduce al pico de la historia. No bromeo al decir que esta es la mejor entrega de toda la saga de Potter, un pequeño milagro inesperado para muchos. Para este momento, el guion prácticamente exigía la evolución de los personajes y quizás este sea el motivo por el cual Columbus es reemplazado por un director mucho más capaz: el genial Alfonso Cuarón. Sólo puedo aplaudir esta acertada decisión y lamentarme porque no se quedara más tiempo.
Se preguntaran que tanto puede traer al mundo mágico un solo hombre: pues les diré que nadie más pudo haber reflejado mejor el traumático paso hacia la adolescencia de los personajes que Cuarón. Desde los primeros segundos, el film pierde la inocencia de las primeras partes y nos baña en una gris oscuridad que no dejara hasta su final. Los niños han desaparecido, ya son mayores y se enfrentan a problemas mucho más desnudos que antes. Lástima que las actuaciones no ayudan mucho. Daniel Radcliffe resulta patético en su intento por llorar, Rupert Grint siempre da asco y Emma Watson se pierde a ratos, pero es la mejor de los tres.
Los detalles bonitos del escenario son mostrados de un modo majestuoso por Cuarón, quien aprovecha las cámaras en forma genial, mostrando un ambiente lúgubre de internado inglés durante el invierno. Además, gracias a Dios, se olvida del Quidditch, quitando así varias partes realmente asquerosas de la historia. La banda sonora está bien, claro.
Y eso es todo. La mejor de toda la saga, gracias al excelente trabajo de Alfonso Cuarón. Mis respetos para él.